Me comentaba hace poco una alumna que asistía a clases de acordeón a un centro institucional, que lo iba a dejar, debido a que el profesor no entendía ni su objetivo, ni… su edad y puedo decir que es una persona joven, aunque no adolescente.
Me sigue comentando:
“Me para constantemente, no me deja concluir nada y me siento frustrada”.
Está muy claro que cada uno tiene su forma de impartir y sobre ello… los resultados.
Yo en mi forma de impartir tengo muy claro que lo que necesito es saber todo lo posible sobre mi alumno/a, y evidentemente para ello debo dejar que me muestre lo que quiere y puede hacer.
Para mi es la única manera de ir a favor de natura, de la natura de esta persona.
Después de ver su forma de actuar, voy poniendo en su sitio lo que no es correcto, siempre conforme a su manera natural de ejecutar las cosas.
Normalmente el alumno quiere seguir una línea y sin darse cuenta hace cosas que no le permiten seguir la propia línea trazada por él, y lo único que hay que hacer es corregir lo que le impide continuar su camino natural y eso le permitirá continuar creciendo en la actividad, de la manera más natural posible.
El alumno nos da toda la información que necesitamos, pero tenemos que saber escucharle y entenderle.
Cada uno somos como somos, únicos, y ese es el verdadero tesoro a desarrollar.
Yo no debo pretender nunca que un alumno cante como canto yo.
Yo debo conseguir que el alumno cante conforme a su naturaleza, conforme a su forma natural de ser y de ejercitar su cuerpo y su mente.
Lo contrario, como hemos dicho en otras ocasiones es romper el molde y eso tiene muy malas consecuencias para todos.