Durante todo el tiempo del que soy consciente de mi relación con la música y en especial con el canto, que puedo asegurar, no es poco, he podido escuchar y ver, sobre todo escuchar, muchas y muchas obras interpretadas por los más diversos intérpretes, desde el teatro de la Scala de Milán.
Sin embargo, no había estado nunca en persona en dicho teatro y el fin de semana pasado pudimos estar allí, pudimos disfrutar de la ópera Salome.
Tendría que hacer una crítica vocal de lo escuchado, puesto que, de lo visto, para hablar especialmente de la escenografía, lo hará nuestro querido Mefisto.
Pero ha ocurrido algo especial esta semana a la vuelta del viaje, viaje del que estaban al tanto muchos alumnos.
¿Cómo es el teatro de la Scala de Milán? Ha sido la pregunta de la semana en relación al viaje.
Menuda pregunta y qué responsabilidad nos cae y qué bonito que lo pregunten.
Claro que les interesaba la obra que hemos podido ver y escuchar, pero la Scala tiene tanto “poso” que atrae por sí misma como institución.
Tiene la facultad de poder hacer grande o pequeña cualquier representación que allí se realice.
En mi opinión, sin desmerecer el edificio, se mire por donde se mire, y todo lo que conlleva con él, como decía, en mi opinión, lo más grande del teatro de la Scala es su público.
Y hago hincapié en “su” publico, porque sobre todo me refiero al que asiste continuamente, al que lleva años y años asistiendo y tiene una sabiduría sobre el canto, enorme.
Han podido ver y escuchar mucho y bueno y ellos han aprendido mucho y bien, siempre como en todo, habrá excepciones, pero serán las que confirmen la regla.
He dicho en muchas ocasiones que, para mí, el público hace al cantante y el cantante al público, me da igual el orden, poned el que queráis.
El público puede formar y sobre todo evitar que se deforme el intérprete y viceversa.
Mirad, cuando sucede esto que estamos comentando, existe una buena garantía de que lo que vas a ver, tendrá unos mínimos muy altos, será de calidad, y ésta, será alta.
Te puede gustar más o menos, para gustos los colores, pero esto ya es algo muy diferente a que la representación no tenga unos mínimos aceptables.
También en La Scala puede que algo no se haga bien, pero eso, se hará saber desde el público, con las diferentes maneras que ya se conocen y con ello, lo normal, es que se corrija y no se vuelva a hacer.
Mostrar descontento desde el graderío, de manera justificada, no es falta de respeto.
Falta de respeto es no hacer las cosas de manera correcta y honesta desde el escenario.
Desde luego hay que mostrar la disconformidad en el momento, y que otra manera se tiene que, por ejemplo, remarcar a voz en grito lo que está faltando o sobrando, o de alguna otra forma más, si viene al caso, hacer notar que no se está conforme con lo que está sucediendo. Siempre evidentemente, en caso de estar justificado y en aras de un bien común.
Si estamos escuchando algo desvirtuado, eso no es bueno y hay que tratar de corregirlo lo antes posible.
Si se hace a voz en grito, es simplemente por la distancia y para que le llegue el mensaje a quien corresponda.
No les vamos a mandar una hojita de reclamaciones o sugerencias en un avioncito de papel, digo yo.
Pero claro, para mostrar disconformidad, hay que saber lo que se está exigiendo y por lo que se está disconforme con lo que está sucediendo.
Normalmente, aunque no en todos los sitios sucede, a mayor nivel de disconformidad, más se entiende y a mayor nivel de conformidad, menos se entiende y más se aplaude.
Es triste, pero es lo que sucede y más a menudo de lo que debiera.
Salvo excepciones, no protestar no es una cuestión de educación, es una simple cuestión de ignorancia.
El otro día en la Scala, los aplausos, como también debe de ser, SE PRODUJERON AL FINAL DE LA REPRESENTACIÓN, A TELÓN BAJADO, cuando la función ha terminado y no se interrumpe nada del buen trabajo que se está haciendo, COMO TIENE QUE SER.
Y fueron aplausos comedidos en general, mucho más entusiastas para la soprano que interpretó Salome y para la escenografía, completamente merecidísimos en mi opinión.
El resto fue tibio de aplausos, pero en verdad, la obra se presta a una gran representación de Salome y el resto son papeles “un tanto secundarios” y, aun así, cumplieron y recibieron sus aplausos, menos efusivos, pero se les aplaudió de manera correcta.
Allí se exige y mucho, porque para exigir, como decíamos antes, hay que saber lo que se está buscando. Allí, en una gran mayoría de asistentes, esto se tiene claro porque saben lo que quieren escuchar y si no se da el mínimo aceptable, protestan y saben bien porqué.
Comodidades e incomodidades
No busquemos una gran butaca en el gallinero de un gran teatro.
Mirad, podemos sentirnos un tanto incómodos en los asientos del gallinero, pero prácticamente, todos los asientos, cuando no hay que estar de pie por falta de visibilidad, de los gallineros de los teatros más antiguos, son incómodos, o al menos no son tan cómodos como pueden ser en el patio de butacas; no puede ser de otra manera si se quiere albergar a toda la gente que desea asistir a la representación.
El espacio es el que es, los abonos son los que son, etc.
Hay un número de butacas que amortizar y poder garantizar unos ingresos que ayuden a poder mantener una programación.
En estos asientos pueden surgir otros inconvenientes (columnas, gente más alta delante, …), esto difícilmente se puede evitar manteniendo el número de butacas existentes, es difícil no padecerlo en cualquier lugar y en cualquier espectáculo, sea este de lo que sea; claro está, que todo tiene que ver con el dinero que uno quiera o pueda pagar por una entrada y evidentemente no se debe buscar ver y escuchar un directo como si uno estuviera en el sillón de su casa.
En relación al sonido del teatro de La Scala, en mi opinión es correcto para lo grande que es el edificio y lo que es el patio de butacas multiplicado por los pisos que tiene, que, si no recuerdo mal, son siete pisos contando como primera altura desde el suelo del patio de butacas al primer piso de balcones.
Añadiendo a esto el buen escenario que tiene, tanto en altura como en profundidad, hacen de todo, un conjunto con un espacio enorme a llenar de sonido y tanto la orquesta como las voces, se oyen perfectamente.
Volvemos también a pormenorizar, se oye perfectamente si se emite correctamente, si no, no se oye y.…habrá que protestar, pero esto ya no es cuestión del teatro evidentemente.
Claro que los nuevos teatros son más cómodos que los antiguos, en relación a los gallineros, pero…no tenemos la garantía de asistir a un soberbio espectáculo como si se tiene, normalmente, en la Scala de Milán.
Vuelvo a reiterar, que, en mi opinión, lo mejor es tener la garantía de que vamos a asistir a una buena representación y esto en un teatro como La Scala de Milán, suele suceder y es de agradecer.
Es lo que le pido a una institución como es el teatro de La Scala de Milán y también para todos los demás. Para nosotros, cumplió y me consta que lo viene haciendo desde hace siglos, qué mejor garantía para hacer escuela en todos los sentidos, tanto para el público, como para los intérpretes, como para otras instituciones del sector.
Me atrevo a decir que el teatro de La Scala de Milán es una de las más importantes escuelas de ópera que existen, para mí es la más importante.
Y no me refiero con esto a su academia, que también es muy buena, me refiero a su actividad docente como teatro.
Docencia para el espectador, docencia para el intérprete, sea cual sea su instrumento, para la escenografía y todo lo que ésta conlleva.
Me he sentido entrando en La Scala como volviendo al colegio.
Cuando uno está allí y piensa que está compartiendo el mismo espacio por el que ha pasado tanto personaje transcendental en la historia de la música y en especial del canto, uno no tiene por menos que agachar la cerviz e insuflarse de humildad.
Pero en realidad sentirte tan pequeñito en algo tan grande, estar ahí y disfrutarlo…, bueno en realidad todavía estoy en periodo de digestión y creo que me va a durar, es algo mágico.
Creo en el alma y cada vez más, y allí hay, o bien muchas almas muy importantes para el canto o un alma enorme que te hace estar en otro lugar, te embarga.
Vamos se te hace hasta cómodo el gallinero.
Ir a la escuela es bueno y tener la oportunidad de continuar haciéndolo y continuar aprendiendo, todavía mejor.
En La Scala de Milán, creo que la mejor virtud que puedes y debes tener, es LA HUMILDAD, porque, no te preocupes, que si no la tienes, posiblemente te lo hagan saber estés en el escenario o donde estés.
No dejéis de asistir a esta gran escuela cuando tengáis ocasión, eso sí, cuanto más claro tengáis lo que queréis oír y ver, mejor, vamos que a la escuela es mejor ir con los deberes hechos.
Por favor, no os perdáis la crónica de Mefisto sobre la escenografía, a mí me ha hecho descubrir un mundo nuevo en relación a ésta, una nueva escenografía, pero con sentido y sobre todo con alma; el complemento que en muchas ocasiones echaba de menos para la consecución del teatro completo, como es la ópera, él lo explica a la perfección. Os invito a que lo leáis y podáis sentir lo mismo que nos ha hecho sentir a quienes hemos tenido el privilegio de escucharle de palabra lo que en los próximos días os va a relatar.