Voz Tragada. Una de las muchas «trampas» de la voz
En un principio todos tenemos muy claro cómo suena la voz que nos escuchamos.
También tenemos muy claro que esa misma voz es la que nos escuchan los demás.
Pero no es así.
Bien es cierto que cuando nos grabamos, la voz que oímos no es la misma que nos oímos en nuestro interior.
Pero aunque no nos guste, es la nuestra.
También es cierto que los aparatos con los que se graba no son los más apropiados pero…
Si estos aparatos fuesen mejores, todavía nos costaría más reconocer la voz que suena en la grabación e identificarla con la que nos oímos.
La voz que nos oímos nosotros no es la que nos oyen los demás
Cuanto más nos oímos nosotros, peor suena la voz para los demás, es tan sencillo como que cuanto más nos oímos, más alejada está nuestra voz de su correcto lugar de resonancia, con lo cual peor sonará en el exterior.
Cuando comenzamos a estudiar canto, lo más normal será que los sonidos que nos resulten extraños pero cómodos, sean los buenos y los que nos son tan familiares, sean los malos.
Cuanto menos nos oigamos nosotros más nos oirán los demás
Cuando se lleva un tiempo estudiando canto, se empieza a saber escuchar el sonido y la voz que sale al exterior y comenzamos a saber guiarla por el sonido de emisión que realizamos, dejando de prestar tanta atención al sonido interior.
Es lógico en un principio estar muy atentos a la evolución del sonido que nos hemos oído siempre, pero poco a poco va pasando a ser desconocido.
Pronto comenzaremos a saber apreciar mejor el sonido que suena más en el exterior y que es el que nos escuchan.
Aun y así, es prácticamente imposible tener una percepción exacta del sonido que emitimos, desde nuestro propio cuerpo.
De ahí, entre otras muchas cosas, la importancia de tener siempre una persona que nos pueda guiar de forma correcta en los aspectos de la emisión del sonido que emitimos, ya que nosotros mismos no podemos llegar a controlarlo en su totalidad, puesto que tenemos una percepción errónea de él en algunos momentos.