Sí, así es, hemos disfrutado y mucho de este concierto, celebrado en Baden-baden, Alemania.
Hemos podido escuchar obras de R. Strauss, más concretamente las últimas 4 canciones o Vier letzte Lieder en la primera parte del concierto y el poema sinfónico del mismo autor «Ein Heldenleben» en la segunda parte.
Comenzamos a contaros sobre la primera parte con Diana Damrau al frente, interpretando los cuatro lieder antes mencionados.
Hemos comentado en muchas ocasiones lo poco frecuente que es escuchar hacer música con la voz.
En esta ocasión, con esa gran orquesta y con esa magnifica dirección a cargo del maestro Kirill Petrenko, si la persona que está cantando, no hace música con su voz, estamos perdidos y si la hace, estamos en el cielo gozando y disfrutando a lo grande, que es lo que pasó afortunadamente.
No voy a descubrir ahora y aquí a Diana Damrau, pues es tan conocida que sobran explicaciones al respecto, pero si puedo contar lo sucedido en relación a ella en este concierto.
Como bien decía anteriormente, hizo música con la voz y fue una más junto a los demás profesores de la orquesta.
Eso, vocalmente hablando y ante tan imponente elenco orquestal, no es nada fácil, y ella lo hizo con una frescura y una naturalidad pasmosa.
Ese dominio te hace sentir tan cómodo y tranquilo que el disfrute es total y absoluto.
Escuchar cómo podía ir de la mano de la instrumentación más grave y oírsele a la perfección, o como cantaba junto con los vientos y cuerdas más agudas y continuaba estando entrelazada con ellas, pero distinguiéndose perfectamente la letra de la canción.
Diana Damrau tiene una voz privilegiada, vocalmente hablando, y la utilización que de ella hace, es magistral.
Es evidente que nos podemos encontrar con diferentes formas de emisión vocal de un cantante en un escenario, sobre todo si está acompañado por una orquesta.
Están los cantantes a los que les tapa la orquesta en la mayoría de las ocasiones, o al menos, en muchas de ellas.
Están los que sobresalen por encima de ella en muchas ocasiones en alarde absurdo y ridículo de facultades vocales, con desmerecimiento total de la obra que se está interpretando.
Están los que son uno más junto con la orquesta y sobresalen cuando lo dice la partitura y cuando no, están con la orquesta, no debajo de ella o encima de ella.
Evidentemente, Diana Damrau es de las últimas mencionadas, está con la orquesta y con la partitura, está creando, haciendo música con la voz y eso, se escucha tan pocas veces, por desgracia, que cuando uno tiene la oportunidad de poderlo vivir en un directo y con la calidad total que había ese día sobre el escenario, piensas que estás soñando o algo parecido, es una experiencia única y en mi opinión, inigualable.
Os aconsejo la escucha de estas obras de Strauss, también os aconsejo escucharlas por una soprano y si es posible que su voz tenga bastante “cuerpo”, una voz con mucho color, en mi opinión como mínimo lírica y si es dramática, para mí mejor.
No os aconsejo escucharlas por una mezzo, por muy bien que las ejecute, que no lo pongo en duda. Si miramos la partitura orquestal, queda muy claro que, si las interpreta una soprano y más acercándose a soprano dramática, mejor.
Con ello se consigue que la voz vuele y tenga una frecuencia más acorde al rango de los instrumentos agudos y se entrelace con las flautas y los violines y demás instrumentación en dichas partes y también tenga la preponderancia suficiente cuando está cantando junto a contrabajos y chelos y demás instrumentos graves.
En relación a la orquesta, en mi opinión, tiene que “cantar” junto con la soprano, siempre junto a ella, a excepción de cuando no están acompañando, evidentemente, ahí “cantan” ellos solos de manera soberbia.
Así lo consiguieron hacer de la mano del maestro Kirill Petrenko, estupendo trabajo de un genial director de orquesta y un espectáculo ver sus gestos hacia la orquesta y demás acciones en aras de un magnífico sonido como el que consiguieron.
Recomendable la escucha de las obras de R. Strauss, recomendable escuchar la interpretación que de dichas obras hacen Diana Damrau y la filarmónica de Berlín con Kirill Petrenko al frente.
Un auténtico placer el vivido.
Imagen de cabecera: Monika Rittershaus