Hemos comentado en varias ocasiones la búsqueda que hacemos para tratar de encontrar la mejor posición de emisión de nuestra voz.
Hay varios factores que nos harán inclinarnos por una u otra.
Durante el aprendizaje del canto, aprenderemos a emitir de diferentes maneras y ello nos creará cierta confusión.
Si a esto le añadimos, lo que la propia posición elegida cambia, debido a su evolución, nos podemos encontrar en un mar de dudas.
Mi consejo es elegir la que nos dé más confianza, con la que nos sintamos más identificados, nos sea más sencilla, más familiar, a la que recurramos de la manera más natural posible.
Acabamos de decir muchas premisas y tendremos que explicar por qué nos sucederán cada una de ellas, eligiendo cierto tipo de posición vocal.
Si resumimos, todas estas premisas se darán en la posición que nos haga sentir más directamente nuestro trabajo con el aire.
La posición que nos permita más fácilmente, pensar durante su ejecución en el aire, esa será la mejor posición de las que podamos ejecutar.
Hay posiciones vocales que se centran tanto en la cara y en su musculatura que lo único que consiguen es “poner cuello” fácilmente, cosa que hay que evitar.
Como hemos dicho en muchas ocasiones, todo tiene que partir del ejercicio de la respiración y la posición vocal que se elija, debe facilitar la sensación de control del aire.
Nuestro pensamiento al cantar, debe centrarse en nuestro funcionamiento respiratorio y sentir esta ejercitación, cuando estamos cantando. Nunca una posición vocal debe anteponerse a esta premisa, sino todo lo contrario, debe potenciarla.
Esto nos transmitirá una sensación de confianza y seguridad, que nos permitirá, por ejemplo, luchar con los nervios de una manera efectiva, puesto que este control del aire, nos dará una correcta sonoridad, lo que a su vez nos dará confianza y tranquilidad.
La voz es aire a presión y si nos olvidamos de esto, nunca estaremos tranquilos cantando y como consecuencia, no cantaremos bien.