Competición de voces
En muchas ocasiones nos quejamos de los comentarios, sobre todo de gente joven, que dicen sentir que cuando asisten a una representación de opera parece que la representación de los cantantes está sobre actuada, o algo parecido.
La verdad es que intentando averiguar lo que quieren decir, llego a la conclusión que en la mayoría de las ocasiones, en el fondo tienen razón.
Hay escenas de amor, con un libreto y una partitura que nos está indicando una suavidad, una delicadeza, una serie de connotaciones que están escritas en el libreto y en la partitura. La partitura, escrito con mezzo fortes, con pianos, con pianísimos, con ligaduras, etc y sin embargo allí, en la escena, aparece el fortachón de turno, el machote o la machota, que tiene que darnos a entender, que la naturaleza le ha dotado de una gran voz, y en muchas ocasiones, de poco más, y que convierte dicho acto lleno de sensibilidad y dulzura en un autentico campo de batalla.
Con unos alaridos que no vienen a cuento, no tienen relación ninguna con el texto y con la música.
Pura competición de a ver quién tiene la voz más grande, quién sube más, quién baja más, vamos, que cada vez más nos vamos asemejando a una actividad deportiva. No tengo nada en contra el deporte, pero estamos hablando de arte, de palabra de música y no de competición de facultades naturales en aras de a ver quién tiene más facultad física.
Para ello podíamos hacer algo parecido al concurso de «mates en baloncesto» y que unos cuantos cantantes se dediquen a ver quién llega a notas más agudas o más graves, a ver quién tiene la voz más grande, etc.
Pues es lo que muchas personas ven, no es real, y no siempre ha sido así.