No abandono Norma esta semana, continuaremos con el rol de Adalgisa en el siguiente artículo.
Pero llevo tiempo leyendo críticas sobre las últimas representaciones en el Euskalduna de Don Pasquale, Ópera de Donizetti, ofrecida por ABAO-OLBE y realizada a piano, con motivo de la huelga llevada a cabo por la Orquesta Sinfónica de Euskadi.
Todo lo que he leído sobre ello ha sido malo.
Yo no soy quién, para meterme en un conflicto como este, no tengo información ni tengo por qué tenerla y me explico.
No quiero hablar de un conflicto que desconozco, sólo hablo de una de las repercusiones que dicho conflicto tuvo, que no es otra que la realización de la función con un piano sustituyendo a la orquesta.
No pude ir a esta representación, pero sí que fueron parte de nuestro grupo. ¿Lo que me contaron?, pues imaginaba más o menos lo que sería, y es completamente lógico.
Primera impresión ante algo que no habían visto antes: pues extrañeza por una experiencia nueva.
Lo entiendo, y esta extrañeza duró unos cuantos minutos, sobre todo hasta que comenzaron las voces a realizar su partitura.
Evidentemente una obertura o parte inicial para orquesta interpretada por un piano no suena de la misma manera y es donde evidentemente podemos notar mucho más la ausencia de una orquesta, pero…
yo estoy seguro que la obra reducida para piano que se interpretó era lo suficientemente buena como para poder apreciar todos los matices de escritura musical necesarios de oír.
Una buena reducción a piano de una obra y su buena interpretación nos permite escuchar y apreciar gran parte de la intencionalidad musical del autor, evidentemente no podremos apreciar los diferentes timbres de los instrumentos orquestales, pero… es una experiencia que recomiendo a todo el mundo.
Cuando estas cursando tus estudios de canto u otro instrumento, cuando estás en preliminares de los mejores concursos del mundo, cuando haces recitales etc.… estás acompañado por un piano con una reducción para este, de la obra orquestal que estás interpretando. Nadie se queja, entre otras cosas porque no hay razón para ello. Y también se paga por realizar lo que he mencionado anteriormente y en algunos casos por escucharlo.
Pero hay algo que me llama más la atención todavía: todo el día quejándonos de que no se oyen las voces y para un día en que, queda claro que es más factible que se oigan mejor (para mí se suelen oír bien) ¡joooo! ¡No hay orquesta!
Vaya, hoy la pataleta tendrá que venir por otro lado.
En qué quedamos. Cuando no es el teatro, es el director de la orquesta, y si no es… pues en ese momento había un piano y la voz, técnicamente hablando, puede tener más facilidad para hacerse oír.
Bueno pues esto que nos interesa tanto habitualmente, en este caso… no parecía tener tanta importancia.
Todo esto sin hablar, que, si hay obras más factibles para ser acompañadas por un piano sustituyendo a una orquesta, ésta es una de ellas.
No requiere de una gran orquestación y las voces no tienen que ser especialmente grandes.
¿Qué todo ello hace que la representación escuchada, sea muy diferente en relación a una representación con orquesta? Pues claro que sí, pero que sea diferente no quiere decir que obligatoriamente sea malo.
Pero como suelo decir, si ya vamos con la decisión tomada de que esta representación será mala… pues claro, habrá que decir que ha sido mala, da igual lo que se haya hecho bien.
Por mi parte, ojalá no haya más conflictos, la orquesta esté donde deba de estar y como deba estar y todas las partes estén contentas con sus necesidades cubiertas. Pero si tiene que haber alguna representación debidamente adaptada e interpretada, para piano, no pasa absolutamente nada, no es el primer lugar donde se realizan ni será el último.