Hemos hablado en otros artículos sobre la capacidad auditiva de los alumnos de música, y de lo sobredimensionado y equivocado que está el concepto de no tener oído para la música.
Pero este equívoco no sólo se da en relación a la música, se suele dar en general en nuestro día a día, pero lo achacamos principalmente cuando hablamos de hacer música.
Te has preguntado ¿en qué oído te pones siempre el teléfono y porqué?
Estoy seguro que lo primero que pensarás es que oyes mejor en el que te lo pones, y en un principio seguro que así es pero ¿porqué no pruebas a utilizar el otro oído para escuchar por el teléfono durante un tiempo? Estoy seguro que oirás por lo menos igual que por el que utilizas siempre.
Puedes también probar a escuchar la TV y otros aparatos reproductores de sonido con un poquito menos de volumen e ir aminorando este volumen paulatinamente hasta llegar a un sonido no perjudicial para la salud. Sin darte cuenta estarás bajando considerablemente el volumen al que estabas acostumbrado a escuchar y continuaras oyendo bien lo que tienes que escuchar.
¡Vamos!, hacer lo contrario a lo que se hace habitualmente, cada vez más volumen y al final el tope máximo de volumen se nos queda corto.
El oído, y hablamos siempre de la relación oído-cerebro, también se ejercita y debe de hacerse de forma correcta para no dañarlo.
Ejercitarlo es también darle a conocer diferentes sonidos a los que no está habituado y que, por no estar habituado, puede no detectarlos con facilidad, pero eso evidentemente no significa que no los pueda oír.
Es evidente que nuestro cerebro reconoce mucho mejor los sonidos que le son más familiares y que habitualmente tramita.
Es maravilloso el mundo de la relación entre oído y cerebro, asombroso el trabajo que realizan y pueden realizar juntos, con un valor extraordinario para la persona en relación a su salud y bienestar.
La música es una de las actividades donde poder desarrollar enormemente esta maravillosa relación oído-cerebro.