Estoy comentando en ciertos artículos, algunos ejemplos de alumnos/as que ya llevan un tiempo aprendiendo a cantar y que… bueno, creen que ya saben bastante más que lo que en realidad saben.
Hago estos artículos para que quien los lea, siendo a su vez alumno, se pueda dar cuenta de lo absurdo de la situación y trate de no repetirlo.
En el caso que nos ocupa ahora, no va más allá de esta situación, porque ya se conoce al alumno y esto no deja de ser algo excepcional, al lado de todo lo bueno que tiene dicho alumno como persona.
El instrumento vocal es un instrumento que, por diferentes cualidades, se presta a aflorar algunas que otras particularidades de la persona muy relacionadas con su ego.
Esto lo podemos ver mucho en actividades deportivas, sobre todo en deportistas amateurs.
Como el canto es también una actividad altamente física pues… también afloran algunas que otras particularidades muy parecidas a las de los deportes.
Hoy os cuento lo que le ha ocurrido a uno de los alumnos, en este caso un tenor.
Comienza a cantar un aria de tenor, bastante exigente y lo comienza a hacer con las manos en los bolsillos, “muy normal” y muy “sobrao”.
“Termina” el aria, más bien termina el aria con él, y parece que no está muy convencido de lo que ha hecho.
Normal, difícilmente podía sonarle peor.
Pero como parece que no ha aprendido la lección, porque todavía no “ha caído del burro” pues le pido que repita la obra, a ver si en esta ocasión se da cuenta de algo.
A la mitad de la obra, ya se va congestionando un poco y decide sacarse las manos de los bolsillos, puesto que ve que no va a terminar la obra.
Logra a duras penas terminarla y puedo darme cuenta que ha cogido el mensaje, pero… no se le puede decir nada, puesto que enseguida diría que no, que era porque…. no sé qué historia.