Hablaba en días pasados, en el transcurso de una audición, de lo importante que puede ser un proyecto musical en la vida de una persona y lo especificaba personificándolo en los jóvenes.
Del proyecto musical del que hablábamos en esta ocasión, era el relacionado con la voz.
Que una persona aprenda a cantar y se desarrolle en esta disciplina es muy importante. Es muy importante lo que, dentro de su proyecto vital como persona, un proyecto musical como aprender a cantar puede aportar.
Aprender esta disciplina como una parte más de su proyecto vital no significa que tenga que profesionalizarla, titularse, dejar todo lo demás, tener como único objetivo el ser profesional de la materia y también ser FAMOSO.
Pues bien, aunque parezca mentira, en la música ligera de esto se encargan los programas de turno y los correspondientes padres y madres de las criaturas.
En la música clásica, de esto se encargan los correspondientes padres y madres y más de uno y más de dos profesores, que intentan conseguir por medio de un alumno/a lo que no han conseguido por si mismos en la misma actividad.
¿Se escucha y se trata de entender lo que en verdad el alumno quiere de la actividad? En la mayoría de ocasiones ¡No! ¿Se les dice a los alumnos las dificultades y los «pros y contras» de esta actividad a nivel profesional? Generalmente ¡no! Pero así estamos.
Resultado: que en una gran mayoría dejan la actividad asqueados. En otra gran mayoría, abandonan otros estudios.
O bien se encuentran con una titulación, que nos guste o no, y a mí personalmente me parece fatal y completamente injusto, no está para nada reconocida como otras titulaciones en nuestro día a día.
Se les habla mucho de triunfadores, de iconos, sin tener ni idea de cómo han conseguido llegar a donde se les ve tanto. Pero no se les habla nada de los riesgos que esta actividad profesionalizada conlleva. No se les habla de los proyectos de vida truncados por un mal proyecto musicalmente mal enfocado.
Vamos, que la realidad profesional de la actividad musical, dista mucho de lo que nos venden.
El único proyecto musical que siempre triunfa, es el de hacer de la música, en este caso del canto, una fuente de riqueza personal inagotable.