Como si de una carrera de relevos se tratase, coge el joven el testigo, tiene a su alcance la voz que viene desde la infancia y de la que ya es un buen conocedor, para bien o para mal, depende de cómo se hayan hecho las cosas.
Si bien antes decíamos que la alteración de la espontaneidad en la utilización de la voz, por parte de un niño, suele ser provocada por un adulto, en el joven, sucede esto mismo, pero con agravantes.
En el niño, la supresión de la espontaneidad al utilizar su voz, suele producirse puntualmente, cuando hay presencia de un adulto, el niño rompe esta espontaneidad casi de manera inconsciente; mientras que el joven, comienza a abandonar esta forma espontánea y natural de utilizar su voz de manera algo más consciente.
Influenciado evidentemente por el adulto, comienza a copiar y a hacer suyo, un ejemplo de adulto que suele ser erróneo en una gran mayoría de ocasiones.
Claro que hay influencias adultas buenas que propician la buena utilización de la voz en un niño y en un joven, pero por desgracia, de manera consciente, no son muchas, pero “haberlas, haylas”.
No olvidemos que, por lo general, HABLAMOS BASTANTE MAL Y CANTAR….YA NO DIGAMOS.
Si exceptuamos a los buenos profesionales que pueden ayudar a estos niños y jóvenes, que los hay y muy buenos, como decíamos antes, el resto de adultos, podría ayudar a niños y jóvenes a no destrozarse la voz DE UNA MANERA MUY SENCILLA.
El adulto que de manera inconsciente hace esta buena labor, en relación a los niños, es aquel que deja tranquilo el aparato fonador del niño, salvaguardando su salud y no es su deseo convertirle en el “Pavarotti o la Callas de turno” por encima de todo.
Es aquel que se interesa por la voz de su hijo de manera sana y normal, tratando siempre, de que el niño o el joven no se haga daño al utilizarla en su día a día.
El estudio de la declamación y el canto entre otras cosas, enseñan a quitar los impedimentos que nosotros ponemos al paso del aire.
Estos impedimentos, a veces los traemos, debido a ciertas circunstancias anatómicas o fisiológicas, pero, EN LA MAYORÍA DE LAS OCASIONES, LOS ADQUIRIMOS POR MALOS HÁBITOS.