Ayer solicitaba la participación del público en la conferencia Raices de la voz en forma de preguntas, ¡Y preguntaron! ¡qué bien!
La primera pregunta que realizó el público en la conferencia de ayer fue:
¿Influyen causas de la infancia en las dificultades posteriores de adultos para la utilización correcta de la voz?
Claro que sí. Evidentemente lo vivido, tanto para bien como para mal en la infancia, nos influirá de una manera u otra en la evolución de nuestro aparato vocal.
Son muchos los bloqueos físicos que he podido observar en lo relativo al funcionamiento «mecánico» del aparato fonador que provienen de problemas psicológicos en la infancia.
En mi opinión son los más complejos de solventar, evidentemente no soy psicólogo ni creo que deba ejercer de ello como si lo fuera, hay profesionales para estos casos, pero, cuando ya están en clase, intento quitar esos bloqueos de la manera que sé, con la utilización correcta de la voz; es un proceso lento pero funciona en lo referente sólo a ciertos aspectos.
No quiero decir que se pueda ni se deba curar un problema psicológico con un correcto tratamiento vocal del aparato fonador, pero si que ciertos miedos a expresarse y demás actitudes que se dan antes de comenzar con ese tratamiento vocal se solventan.
Me he referido a la dificultad de expresarnos, ya que una dicción correcta, una buena declamación, una buena sonoridad en nuestra voz, nos permite tener la confianza suficiente en su utilización y esto influye de manera considerable en nuestro día a día.
Lo queramos o no es una de nuestras primeras cartas de presentación y no tengo ninguna duda de que hay que cuidarla; no me refiero sólo a que se nos escuche una voz bella y sonora, que sin lugar a dudas está muy bien, sino que seamos capaces de expresar de manera correcta lo que pensamos, de la misma manera que lo pensamos.
Que la voz sea siempre una herramienta para favorecer la expresión vocal de nuestros pensamientos y nunca un obstáculo.