Cuando un alumno comienza a descubrir sus posibilidades vocales verdaderas, comienza a descubrir, en la mayoría de las ocasiones, que lo que estaba haciendo no era todo lo que podía y debía hacer.
Esto en un principio produce “cierto vértigo y aversión” y cuesta reconocer que te estabas equivocando, si este era el caso.
A mayor humildad, más fácil de reconocer y subsanar lo que no se estaba haciendo bien y con ello a disfrutar haciendo correctamente la actividad.
Para los que tienen menos humildad, yo les planteo una serie de preguntas y como siempre, sería bueno ser honesto con uno mismo, por lo menos, para no hacerse daño en el sentido más amplio de la palabra.
Yo creo que hacerse ciertas preguntas y ser sincero con uno mismo está muy bien, en relación a la voz es fundamental.
¿Qué preguntas haría yo y hago en algunos momentos determinados de las clases?
Hay muchas que se pueden hacer, os dejo algunas, pero evidentemente, a cada persona, con sus características vocales únicas, le correspondería un tipo de pregunta más personal, pero…ponemos algunas.
¿Qué es lo que no te gusta de esta voz que está conociendo ahora y que no es la que hacías?
¿sabes bien lo que te gusta y lo que quieres de tu voz?
¿Sabes bien lo que estás haciendo con tu voz?
¿De lo que estás haciendo, entiendes todo o nada?
¿Crees que como tú te oyes, es como te oyen los demás?
¿Crees que los que te aplauden tanto, saben lo que están aplaudiendo?
¿Sabes si te estás haciendo daño o no?
¿Sabes si los que te aplauden tanto, a su vez, saben si te estás haciendo daño o no?
¿Sabes si lo que haces, te permitirá seguir creciendo en la actividad?
¿Sabes si como estás haciendo la actividad, en lugar de hacerte crecer, te está limitando tanto física como emocionalmente?
¿Sabes lo que persigues con la actividad?
¿Entiendes que cantar es sanar y no enfermar?