Hoy en una de las clases con una persona que tiene muy dañada la voz, me ha comentado algo muy común, tanto en las personas que vienen con la voz dañada, como en las personas que todavía no la tienen dañada, pero que, si no aprenden pronto a utilizarla, se dañarán.
Este comentario no es otro que «no puedo controlar la voz en estos ejercicios».
Lo comentan así, porque en realidad yo les estoy ayudando a llevar su voz por un lugar no habitual y produce un sonido y unas sensaciones que no son las de siempre.
En realidad, la voz que no controlan, es la que hacen cotidianamente y es la que les daña, pero por desgracia se han acostumbrado a eso.
La voz no se puede agarrar, tiene que estar libre, eso sí, guiada correctamente.
Si la tratamos de agarrar nos dañará y es una de las cosas más habituales que nos sucede.
Tenemos que dejar que el aire a presión, o lo que es lo mismo, la voz, recorra sin obstáculos nuestro aparato fonador, obteniendo con ello nuestra voz de forma correcta, sin daños y sin esfuerzo que pueda originar males.
Me comentaba también la persona anterior, que tiene muy poca movilidad en su cuello y que en ocasiones le duelen las cervicales.
Y desde luego no me extraña, haciendo tanto esfuerzo para hablar o cantar, terminamos dañando todo el cuerpo y esto nos supone un mayor esfuerzo y un cansancio que cada vez va a más, si no le ponemos remedio.
Comenzar a ser conscientes de lo que ocurre es el principio y entenderlo nos ayudará a solventar los problemas.
Es muy importante la paciencia, todo el daño que nos hemos hecho, ha sido durante mucho tiempo, y no hemos sido conscientes de todo este tiempo empleado en dañarnos, pero si estoy seguro que le vamos a prestar más atención a lo que tarda la recuperación, y precisamente no para tener más paciencia.