Decíamos en el artículo anterior, que evidentemente si no estamos acostumbrados a oír ciertos timbres de instrumentos, pues es muy lógico que no les prestemos toda la atención que estos requieren cuando están sonando.
Cuando el oído se está formando, hay sonidos que seremos más capaces de identificar al escuchar un timbre conocido que uno desconocido, aunque sea la misma nota la que esté sonando.
Nuestro cerebro tendrá más facilidad para tramitar el sonido de un timbre conocido que el de uno desconocido, si estos timbres desconocidos son varios pues… ¿Qué vamos a escuchar entonces?
¿Significa eso que no se tiene buen oído?
Pues evidentemente no, no se tiene el oído preparado para escuchar ciertos timbres de instrumentos y menos todos juntos, pero eso no es indicativo ninguno de que no se tenga buen oído.
Pongámonos en el caso de un joven cantante que se acerca a la música con una edad más o menos juvenil.
Antes no ha estudiado nada de música y la que ha oído está basada, en su gran mayoría en mucha percusión, pero eso sí, tiene una gran voz.
Evidentemente este joven ha sobrepasado una edad de la infancia importante para la formación del oído y ahora está claro, que en un principio debería serle algo más complejo formar su oído para otro tipo de música que la que estaba habituado a escuchar, la cual no decimos que sea mejor o peor, simplemente decimos que es diferente y algo escasa en timbres instrumentales.
Este joven, por ahora, el instrumento que mejor conoce, de mejor o peor manera, es su voz y sin lugar a dudas es al que más atención le va a prestar. Tanto que el acompañamiento en muchas ocasiones y sobre todo al principio para él es como si no estuviera.