En los artículos anteriores hemos podido observar algunas de las muchas cosas que el repertorio nos puede enseñar.
Claro que hay repertorios más claros, en los que se especifica algo parecido a lo que acabamos de ver en los artículos anteriores. Pero a pesar de estas especificaciones, en muchas ocasiones, estas no se respetan y los resultados los SUFRIMOS todos.
Cuando un buen compositor hace una obra, sabe el sonido general que quiere conseguir y para ello une a todos los instrumentos participantes bajo unas premisas.
Si no se cumplen esas premisas la obra no sonará como tendría que sonar.
Tanto si se hacen pequeños cambios como si se hacen grandes cambios, todas esas modificaciones nos llevarán a crear un sonido más o menos parecido, pero no el que corresponde.
A nivel vocal, cuando nos encontramos con estos cambios, se trastoca hasta la naturaleza de los personajes, en caso de que los haya.
En relación a nuestro “espejito mágico” que nos está ayudando en la comparativa de contralto y contralto-mezzo, comparativa que no es otra cosa que, por ejemplo, poder apreciar las diferencias entre las voces del bajo y el bajo-barítono, nos podemos encontrar con una obra como El barbero de Sevilla de Rossini y aquí… hemos podido escuchar DE TODO y precisamente no siempre PARA BIEN.
El aria de Don Basilio, «La calunnia» del Barbero de Sevilla, tiene una tonalidad original en re mayor, normalmente se canta un tono por debajo.
Esto se produce normalmente porque lo canta un bajo y no un bajo-barítono como nos dice la escritura de la partitura.
Con la bajada de ese tono nos hemos comido toda la frescura y muchas cosas más de la obra.
Un buen bajo-barítono puede mantener la tonalidad original y darle toda la agilidad y frescura que la obra requiere además de su color correspondiente.
Un buen bajo, el tono lo puede cantar, pero no sonará bien, la saturación de sonido será considerable en las zonas altas y la agilidad…. costará bastante encontrarla, como es normal y por muy bien que lo hiciera, nunca sonará la interpretación como la de un bajo-barítono, por ello y por los muchos bajos que no pueden con la tonalidad original, lo cual puede tener cierta lógica, bajan la tonalidad.
¿Qué conseguimos al bajar la obra un tono?, pues en mi opinión no conseguimos nada bueno, el aria «Largo al factotum» tendrá las mismas carencias que hemos mencionado en la obra «La calunnia», pero no nos vamos a engañar, a más de un “barítono” le hacen un favor y así en todo lo demás.
Y por si lo dicho fuera poco, todo el trabajo de orquestación realizado pensando en las características de los diferentes instrumentos en relación al tono original, se pierde con lo que ello conlleva.
Cuando nos tenemos que mover guiados por las carencias en lugar de por las virtudes, nos perdemos lo mejor, lo original y nos quedamos con un sucedáneo.