Anoche tuvimos una agradable velada con unos amigos y alumnos donde comentamos muchas cosas, y de manera discreta comentamos sobre nuestros trabajos.
Yo evidentemente comenté sobre el mío y sobre cierta impotencia con algún alumno en relación a su comportamiento en general.
Me comentaron ellos su punto de vista y salió la frase que encabeza el artículo.
Continuamos desarrollando el tema y me comentaron, siempre generalizando, más cosas relacionadas que me calmaron en relación a mi intranquilidad sobre ciertos aspectos.
Yo siempre comento al inicio del aprendizaje de cada alumno, que la enseñanza que va a recibir es igual que la de cualquier otro alumno que viene a nuestras clases, una enseñanza profesional, con todo tipo de conocimientos al igual que los recibe quien se dedica o quiere dedicarse profesionalmente a esta actividad.
Y también digo, que cada cual, luego, haga con esos conocimientos lo que crea conveniente.
Siempre comento que me gustaría que todos estos conocimientos, fueran utilizados de la mejor manera posible, pero….
Si no es así y no todos los conocimientos adquiridos se utilizan correctamente, creo que, aunque me cueste admitirlo, no puedo hacer más.
Pero hay algo que me comentaban anoche, en lo que no había pensado de manera más explícita y es que, aunque el alumno no desarrolle bien lo aprendido correctamente, sí que tiene un poso importante el haber aprendido a hacer las cosas bien y podrá tener esto como punto de referencia para cuando no lo está haciendo de la manera adecuada.
Me han convencido, que, si un alumno decide hacerse daño, yo no tengo mucho más que hacer que el haberle enseñado que hay otra forma de hacer las cosas sin dañarse.
Al menos tendrá una referencia buena con la que comparar lo que no está bien y quizás esto, le pueda ayudar a corregir su actitud.