Nuevamente el artículo de hoy estará basado en una experiencia real de alumnos que pasan por el estudio.
Me comenta un alumno, bastante joven, ante mi persistencia en que se cuide, que no tengo que preocuparme, que él se tapa bien el cuello para cuidar su voz.
Esto me lo dice después de haber estado forzando con su grupo, todo y más.
Y ante esta reflexión que me dice, me vienen a la cabeza, montones y montones de anécdotas parecidas.
Me preguntan a menudo sobre si hay que hacer algo en especial para cuidar la voz.
Lo más importante vuelve a ser, saber cómo es nuestra voz y el uso correcto que debemos hacer de ella.
El frío, el calor, la comida, pues todo influye en su justa medida, que en realidad y frente a su correcta utilización, no es mucho o más bien, casi nada.
Lo peor de todo, es que normalmente, achacamos nuestros problemas de voz a causas externas, cuando en la mayoría de las ocasiones, son debidos a causas internas, que nosotros mismos provocamos.
Ejemplo en relación a la situación descrita en el comienzo del artículo:
Si una persona daña su voz cantando inadecuadamente, ya nos podemos abrigar y tapar el cuello todo lo que queramos, que el daño ya está hecho.
Una afección vírica, como puede ser un catarro o una gripe, en relación a la voz, es tramitada por el cuerpo de mejor manera que un abuso vocal, haciendo un mal uso de ella.
En mi opinión tendría que ser mucho más normal coger un catarro o una gripe que hacernos daño de manera intencionada realizando un abuso vocal.
El catarro o gripe nos viene sobrevenido, no hacemos por cogerlo, pero la afonía o disfonía, nos la ganamos a pulso tontamente en la mayoría de las ocasiones.
Son muchísimo menos frecuentes las afonías o disfonías provenientes de afecciones catarrales o gripales, que las provenientes de abusos y mala utilización de la voz.