Venimos del artículo anterior y vamos a comparar la segunda obra de la que hablábamos, el Qui sedes ad dexteram Patris con el Domine Deus, Agnus Dei.
Como decíamos en el anterior artículo, las dos obras están catalogadas para contralto, pero tienen grandes diferencias y nos darán unas buenas pistas para observar las muchas diferencias entre una contralto, una contralto-mezzo y una mezzo.
Si analizamos la melodía, podemos observar rápidamente una escritura rítmica totalmente diferente al Domine Deus, Agnus Dei. Se mueve en un rango más agudo y tiene una escritura rítmica que invita a la velocidad y a la agilidad.
Dado esto, debemos tener una voz más ágil y que se mantenga bien en ese rango más alto que en el Domine Deus, Agnus Dei, pero sin que pierda color y grandeza, ya que continuamos estando en una obra para una voz grave.
El acompañamiento de la mano derecha del piano ratifica el ritmo vivo y lo apoya repitiendo en varios lugares la melodía, con ello se requiere más perfección en la ejecución de la voz de una manera ágil y clara.
Prácticamente sucede lo mismo en la mano izquierda sin tener ésta que abarcar un rango de notas muy grave.
Esto nos refleja claramente que si la misma voz de contralto que canta el Domine Deus, Agnus Dei, canta el Qui sedes ad dexteram Patris, podemos no tener toda la agilidad vocal que la obra requiere y su frescura.
Tendremos color, pero a cambio menos agilidad y frescura y el acompañamiento requiere lo contrario.
También tendremos el riesgo de saturación de sonido y cómo no, de engolamiento y apertura de dicho sonido.
Si esta obra la interpreta una contralto-mezzo, la obra tendrá el color necesario sin lugar a dudas y toda la agilidad y frescura que requiere.
No habrá saturación de sonido alguno, pues una contralto-mezzo en esta tesitura está cómoda, con color más que suficiente y perfecta agilidad.
En cuanto a la ejecución por parte de una mezzo como por desgracia se acostumbra… ¿para qué?
Personalmente no le encuentro ningún sentido.