Volvamos a la declamación, aunque lo que vamos a comentar a continuación también es muy válido en el canto.
La enumeración.
La enumeración nos deja abierta la puerta para todo un mundo de entonaciones diferentes.
Es una figura difícil de realizar correctamente a primera vista o primera lectura, debido a la gran variedad de tonos que se le puede dar, como comentábamos anteriormente, ello también implica la posibilidad de embellecer un texto que esta tiene.
Como siempre solemos decir, a mayor dificultad, mayor posibilidad de crear belleza.
Como para cualquier otra forma literaria, la cual tengamos que declamar, la base para su correcta ejecución técnica reside en el aire, no solo porque dicha enumeración sea más larga o más corta, que también es muy importante, sino porque, aun siendo corta, habrá que tener en cuenta dónde se encuentra dicha enumeración situada.
En relación a esta preparación del aire para ejecutar la enumeración de forma correcta y que lo hagáis de diferentes maneras os comento algo muy curioso.
Cuando estamos ya metidos en la ejecución de la enumeración, podemos realizar, dependiendo de la longitud de esta enumeración, diferentes paradas.
Bien, es evidente que una parada implica automáticamente un silencio, y siempre recalco la importancia de los silencios, son muy importantes.
En música, estos están escritos y en el texto… también, aunque no se vean.
Seguimos con las paradas antes mencionadas y os invito a que hagáis éstas respirando en cada una y también parando sin respirar en ellas.
El efecto resultante de ambas prácticas es muy diferente y de ambos se deriva un ejercicio de aire interesantísimo para crecer en el ámbito de la respiración de nuestro cuerpo.
Al ser un recurso, la enumeración, tan rico en posibilidades de poder realizar diferentes tonos en su ejecución, también por ello debemos tener muy en cuenta la forma en que la empezamos y la terminamos.