Hola a tod@s y bienvenidos una edición mas a Anacrónica. Se acerca el fin de curso y no queremos dejarlo pasar sin antes presentaros las últimas Anacrónicas de dicho curso. Es por eso que esta semana y la siguiente os ofreceremos dos nuevas Anacrónica para dar por finalizado este curso en cuanto a experiencias de alumnos se refiere.
Hoy quiero presentaros una entrevista muy especial. Y más que una entrevista, es un testimonio con voz propia, y en este caso, con voces propias. Os traemos el testimonio de tres hermanas, Elena y Menchu, que son gemelas, y su hermana Ana. Las tres nos van a descubrir, cómo ha sido el crecimiento y desarrollo de su voz desde que comenzaron las clases con Eduardo. Nos contarán cómo decidieron empezar, quién fue la primera, y muchas otras cosas interesantes, que seguro os van a dejar pegados a la pantalla.
Pero no quiero entretener más la presentación y os doy paso ya al testimonio de estas hermanas la mar de simpáticas y agradables. Espero que lo disfrutéis.
Elena, Menchu y Ana: nuestra experiencia con la voz
Nuestra experiencia en la evolución de la voz, es muy parecida en las tres.
MENCHU: Aunque la primera en iniciar el aprendizaje con Eduardo fue Elena, que ya estaba cantando en un coro. Fue un componente del grupo el que sugirió la posibilidad de recibir clases de canto, y como por “arte de magia» conocieron a Eduardo Laher quien además de educarnos la voz dirige actualmente el coro al que pertenecemos, y a Ana su mujer que también forma parte del mismo.
Como bien dice Elena, «Eduardo, no solo catalogó o clasificó nuestras voces además nos facilitó las herramientas para que pudiésemos utilizar nuestros recursos naturales. Aprendiendo a respirar correctamente, y posicionando la voz con las vocalizaciones, para no dañarla.«
«Eduardo nos enseñó a reconocer lo bello de lo mediocre, lo fácil de lo difícil, un sonido transparente de uno ahogado.»
«A nivel personal lo que me ha transformado han sido las clases individuales de canto en el estudio de Eduardo.»
Ana, la pequeña de las tres. En un principio cantaba en karaokes, en casa, en el coche… hace tres años comenzó a cantar en un grupo de Rock y el bajista, le habló de Eduardo.
«Cuando empecé, enseguida me di cuenta que lo que yo hacía distaba mucho de cantar bien.»
Dejó el grupo, su nueva voz educada por Eduardo ya no tenía sitio allí; entró a formar parte de otro grupo, con otro estilo de canciones adecuadas a su voz, ya no forzaba la voz.
«Ahora mismo en clase de Eduardo, me estoy atreviendo con obras líricas que me parecían imposibles de cantar. Es genial en cada clase poder comprobar cómo crece la voz.«
Y la última en llegar fui yo, Menchu.
Yo no empecé cantando, mi objetivo era aprender a declamar correctamente los poemas que escribo.
Hay un antes y un después en mi forma de declamar, hasta diría que me ha cambiado el tono de voz, ahora soy muy consciente de cada palabra, de la importancia de los silencios, la modulación de la voz según lo requiera el texto y sobre todo no ir deprisa cuando se presenta alguna dificultad.
Como la vida misma, vamos….
A mí también me ha picado el gusanillo del canto, y hace poco que junto con mi hermana Elena canto en el coro que dirige Eduardo.
A veces coincidimos las tres en clase, ya que Eduardo y su mujer Ana, nos suelen hacer participes de sus proyectos musicales, de lo cual estamos sumamente agradecidas, por la confianza que depositan en nosotras.
Sin duda en el estudio de Eduardo y Ana se cultivan el arte y la terapia a partes iguales.
Un abrazo a ambos de corazón.
Y un abrazo a las tres de parte de Eduardo y mía, pues ha sido un auténtico placer contar con vosotras en nuestra sección y escuchar los grandes progresos y la evolución que vuestra voz está consiguiendo.
Os animamos a seguir en el buen camino y que muy pronto podáis estar de nuevo en Anacrónica para contarnos vuestra evolución. Os damos las gracias por todo, y a vosotros que nos estáis leyendo, os emplazamos a la semana que viene, con una nueva entrega de Anacrónica.
¡No os la perdáis!
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