En relación al susurro, me referiré únicamente, a su ejecución en la declamación.
Es más común de lo que me gustaría que fuese, prácticamente todos los alumnos de declamación cuando vienen, lo ejecutan sin ser muy conscientes de lo que están haciendo.
Y digo que no son muy conscientes, porque se engañan a sí mismos al ejecutarlo.
Ellos creen que, realizando una parte del texto susurrando, se les entiende correctamente, cosa que no suele suceder.
También creen que dan sensación de intimidad… puede ser que alguien entienda así el gesto de realizar un susurro, pero desde luego se crea una intimidad en la que no se entiende nada de lo que se susurra.
No se dan cuenta, que este tipo de emisión es un ruido, no un sonido. Y es un ruido, porque la emisión vocal está mal situada.
Este efecto, suele pasar a ser un ruido desagradable dentro de la declamación.
En la mayoría de las veces “flemoso”.
Se suele utilizar para hacer un registro grave, que no tiene nada de grave, ni por asomo.
Es más bien una “muletilla” que en realidad no responde a lo que queremos dar a entender. Normalmente, es una “muletilla” de alguien que declama sin hacer las cosas correctamente.
Y para más inri, hace un daño tremendo al aparato fonador de quien lo realiza constantemente, en un ejercicio de declamación.
No es más entrañable un texto que se susurra, ni se da más expresión con ello, puesto que falta lo más importante, LA PALABRA BIEN DADA A ENTENDER.
LA PALABRA declamada nunca puede ser un RUIDO.
Que uno en la intimidad con otra persona, quiera hablarle al oído muy bajito lo que le plazca y lo denominemos, susurrar al oído, pues muy bien, pero creo que entonces, no estamos declamando.
Y lo que es mejor, este habla tan bajito es entendible y lo es, debido a la posición de cercanía que tenemos con la persona a la cual le hablamos bajito o le “susurramos”.
En un acto de declamación, ni la cercanía del micrófono es buena para la ejecución de un susurro.