Hablábamos en un artículo reciente de la relación alumno, docente y viceversa.
Al poco tiempo de salir este artículo, un alumno me comenta algo, que quiero creer, lo hace con buena intención.
Me comenta, que a él le diga las cosas claras, lo que hace mal, que se lo diga, cosa que hago siempre, pero… ha visto lo que les digo a otros alumnos y no le cuadra.
Él ha observado, que, en determinados momentos, les digo a los alumnos, lo bien que lo están haciendo, evidentemente para el momento en el que están, pero… él, esta observación del momento en el que están, no la tiene muy en cuenta.
Bajo su “criterio”, observa que la persona lo puede hacer mejor y que no le suena bien lo que escucha, siempre para su “gusto”.
Este alumno, es una persona que lleva más tiempo y está algo más avanzado y le ocurre lo que suele ocurrir cuando un alumno ya tiene un nivel y escucha a otro que está en un nivel más bajo.
En primer lugar, yo nunca regalo un elogio que no corresponda, ya que me parece engañar y no lo he hecho nunca, ni lo voy a hacer ahora.
El estar en un nivel algo más avanzado que otra persona, no significa que entiendas todo lo que estás haciendo, ni porqué lo haces y ni lo que te queda por hacer.
Y evidentemente si ocurre todo lo anterior con uno mismo, como para entender lo que le ocurre a otra persona con su voz, en lo más amplio de sus sonidos.
Como también hablaba ayer con otra alumna, no debemos ser “flacos de memoria” en relación a lo que hemos pasado para adquirir los conocimientos que ahora tenemos.
Todo ese tiempo empleado en aprender, también lo pasan los demás y eso hay que saber apreciarlo tanto en ellos como en nosotros.
Con esta apreciación podremos trabajar la humildad en nuestro caso y con ello facilitaremos la comprensión hacia quien está empezando.
Todos hemos tenido que empezar en una actividad, pero… se nos olvida fácilmente y creemos que hemos nacido sabiendo.