En mi opinión, se debe cantar donde se habla y hablar donde se canta, evidentemente, salvando las dificultades existentes en la voz cantada por la extensión de su tesitura.
En muchas ocasiones, otra de las diferencias entre ambas formas de emisión de la voz se puede notar en la pronunciación.
En este caso la utilización correcta de la voz hablada nos ayudará a tener una correcta vocalización en la voz cantada.
En la voz cantada es muy frecuente la deformación de sonidos, sobre todo en aras de poder acceder más fácilmente a notas extremas.
Esto no es correcto y nos dará muchos problemas de todo tipo y el primero y más evidente, es que no se nos entienda la letra de la obra que estamos cantando, y realmente tampoco nos facilitará la llegada a una nota extrema de forma correcta.
Es evidente que, a primera vista, asemejar nuestra voz hablada a la cantada, a la hora de escuchar, no es fácil.
Teniendo la voz sana, cuando escuchamos la voz cantada, aun siendo en los mismos tonos que la hablada, ésta tiene una mayor presión de aire que la hablada, con lo cual utilizará de manera diferente su lugar de resonancia, o resonadores, ello nos dará también una cantidad de color, muy diferente al de la voz hablada, y ello nos puede confundir.
Al escuchar una voz, de entrada, nos quedamos con sólo una parte del sonido que ésta emite, el más llamativo y el que antes detectan nuestros receptores, nuestros oídos, y el que antes tramita nuestro cerebro, pero hay más partes en ese sonido que en un principio no sabemos escuchar y que junto al resto conforma un color en la voz.
Este color es mas fácil de detectar, en alguna medida, en la voz cantada que en la hablada, debido a la mayor presión del aire y lo que eso conlleva en su emisión.
Si pusiéramos un ejemplo de la misma voz hablando coloquialmente, declamando y cantando, volveríamos a notar las diferencias en la voz en sus diferentes formas de emisión.
En las tres, la presión de aire será diferente y mostrará de diferentes maneras el mismo color, y esto nos puede llevar a confusión.